Desde temprana edad me fascinaba entender cómo funcionaban las cosas: por qué algo tenía un determinado diseño o se comportaba de cierta manera. Esa curiosidad también se reflejaba en mi interés por los ordenadores y las aplicaciones, explorando cómo funcionaban. Con el tiempo, esa atención al detalle se convirtió en mi forma de ver el mundo.

Esa misma curiosidad me llevó a analizar el diseño, la interfaz y la funcionalidad, intentando comprender la lógica detrás del código y de cada aplicación. Así descubrí que quería crearlas yo mismo, aplicando el mismo nivel de precisión.

Impulsado por esa motivación, estudié desarrollo de aplicaciones y, desde entonces, he ido consolidando mi estilo como desarrollador web. Tras dos años de experiencia profesional, combino diseño, usabilidad y funcionalidad, siempre pensando en la persona que interactúa con la aplicación. Hoy sigo creciendo paso a paso, con la misma curiosidad que me impulsó a empezar y con ganas de generar un impacto positivo en cada proyecto.